Colombia, Duque y el tercer mandato de Uribe: diatribas de un gobierno espurio

Colombia, es un país atípico, suis generis, donde se realiza un plebiscito para convalidar la paz y ganan los adeptos de la guerra y donde se hace una consulta para erradicar los corruptos y ganan los corruptos.

Nueva York. Sep/ 22/2018. Alberto Chavarro. Para muchos analistas políticos, el actual presidente de Colombia, Iván Duque, representa el tercer mandato de Alvaro Uribe Vélez, quien gobernó el país, desde 2002 al 2010, en dos periodos nefastos.

El Sr. Duque entra a gobernar el país en el primer periodo de post-conflicto, con una posición ambigua, entre la guerra y la paz, ya que muchos sectores y partidos políticos de derecha, que apoyaron su candidatura, son muy proclives a hacer trizas el proceso de paz firmado en el periodo pasado del Juan Manuel Santos.

Lo que ha salvado el proceso de paz, en última instancia, han sido las diferentes declaraciones de Organismos internacionales, al plantear, que si el proceso de paz en Colombia se reversa, no va a tener apoyo económico internacional.

El país, del Sagrado Corazón de Jesús, gobernado por mas de 208 años, por una élites empotradas en el poder, quienes gobiernan el país, como si fuese su propia finca, pasajes plasmados por el máximo exponente de las letras latinoamericanas , Gabriel Garcia Marquez y premio nobel de literatura en las obras, la mala hora y noticias de un secuestro, además quien tuvo que exiliarse en mexico, para proteger su vida.

Las víctimas del conflicto armado

Aunque todos queramos la paz, la hecha por Santos no frenó los asesinatos sistematizados de líderes sindicales y sociales; fue más una cuestión de egolatría.

El país del realismo mágico, enfrentado en una aguda polarización de fuerzas, entre quienes desean seguir y continuar en el poder, contra quienes, quieren cambiar dicha situación.

Nunca antes en la historia de Colombia hubo tanta confrontación en unas elecciones presidenciales, enfrentados dos tendencias claramente identificadas. Por una parte, las élites sempiternas ancladas en el poder, representando las políticas del establecimiento y toda la maquinaria de las instituciones, representadas en las corporaciones y gremios. Y por otra, las fuerzas democráticas alternativas y el pueblo en general y, por supuesto, ganaron las élites con todo su poder económico. Pero no fue una gran victoria, solo ganaron por un pírrico 12%, con un 48% de abstención.

Si analizamos el primer gráfico, vemos que la cresta del número de víctimas se dio en el gobierno de Alvaro Uribe Vélez, con más de 3.3 millones de víctimas del conflicto social y armado, utilizando a sus amigos paramilitares para auparse con el poder y expropiar las tierras de los campesinos humildes utilizando métodos salvajes que incluyeron hasta ‘motosierras’ para descuartizar a sus víctimas. En el gráfico se puede observar todas las masacres al que dicho Señor esta inculpado por su participación activa o por omisión.

Duda razonable para los politólogos

1.- Las fuerzas de centro derecha no demostraron en las pasadas elecciones su fuerza en plaza pública.

2.- En las elecciones del plebiscito por la paz y la consulta anti corrupción, se dedicaron con eslogan a desacreditar a sus oponentes políticos mediante la injuria, el engaño y las falsedades, con el estereotipo de ‘castrochavistas’.

3.- El software de la Registraduría nunca ha sido auditado por ningún organismo de control.

4.- Los partidos de centro y centro derecha han utilizado el miedo, el asesinato y la fuerza como medios de presión.

5.- En el imaginario colectivo aún están vivas esas prácticas del asesinato de líderes y sindicalistas como método para desarticular los pueblos que se quieren organizar.

No es utópico pensar, dejando una duda razonable, que las pasadas elecciones, es muy probable que Petro las haya ganado.

La instrumentación de esas prácticas aberrantes de sangre y fuego contra la población civil, más de 311 líderes sociales y sindicalistas asesinados, nos demuestra que están con estas prácticas pretenden intimidar los derechos laborales y sociales de las personas, bajo la sombra del fraude electoral.