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Nueva York. Ago/25/2016. Agencias. El Gobierno colombiano y las FARC firmaron ayer un acuerdo definitivo que pone fin a un conflicto armado de más de medio siglo. La ceremonia contó con la presencia de los delegados y representantes de varios países y la Organización de las Naciones Unidas. El gran desafío ahora es la consolidación de esa paz, con la reparación de víctimas, la restitución de tierras, la disminución de la corrupción institucionalizada y de la polarización salarial, que explota a los trabajadores y asesina a sindicalistas.

Las condiciones del acuerdo. Se trata de un acuerdo para la culminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera. Está formado por varias partes que se consideran “indisolubles” y establecen las pautas para contribuir a las transformaciones necesarias para sentar las bases de una paz estable y duradera.

En su punto 1, establece una reforma rural integral que contribuirá a la transformación estructural del campo, creando las condiciones para el buen vivir de la población rural afectada. El punto 2 detalla la participación política como una apertura democrática para construir la paz. El punto 3 es un acuerdo de cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, así como la entrega de las armas, que tiene como objetivo la culminación de las acciones ofensivas entre la fuerza pública y las FARC.

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Guerrilleros en la selva colombiana. Foto: Luis Acosta

La firma y aprobación. La rúbrica del acuerdo final estuvo a cargo de Humberto de la Calle, jefe de la delegación del Gobierno de Colombia, el comandante Iván Márquez, jefe de la delegación de las FARC, así como de los delegados y representantes presentes.

Una vez rubricado el acuerdo, los jefes de la guerrilla deben trasladarse a Colombia a comunicar la noticia a las tropas para que éstas ratifiquen el convenio. Se estima que el proceso no tardará más de dos semanas. Entretanto, el gobierno se ha mostrado dispuesto a convocar al plebiscito una vez que se anuncien los últimos pactos, detalla El Tiempo.

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Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Foto: José Miguel Gómez (Reuters)

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, está convencido: el “Sí” se impondrá en el plebiscito sobre la paz. ¿Qué argumentos sustentan esa seguridad?

La primera certeza es el umbral aprobado por la Corte Constitucional. Según el fallo del Tribunal, para que la consulta sea válida requiere el aval de 13% del censo electoral, es decir, el voto de positivo de 4.524.801 colombianos. El uribismo protestó la decisión por considerar que era necesario un mínimo de 51% del padrón.

La única piedra en el zapato para Santos parece provenir de RCN, una medio que pisa fuerte en Colombia, perteneciente a la Organización Ardila Lülle, cuya línea editorial es más cercana al expresidente colombiano y actual senador Álvaro Uribe Vélez, principal figura de la oposición más férrera al proceso de paz.

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Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Foto: José Miguel Gómez (Reuters)

Uribe deja la puerta abierta. El expresidente Alvaro Uribe, el gran detractor de este proceso de paz, dio un paso inesperado la semana pasada, por primera vez desde el inicio de las negociaciones de los acuerdos con las FARC “flexibilizó” su postura y puso “condiciones” para incorporarse al diálogo. Según la revista Semana, Uribe aseguró que participaría si el Gobierno y las FARC aceptan reabrir algunos capítulos como el de la impunidad y la elegibilidad política”.

El ahora senador había hecho caso omiso a los llamados del oficialismo y el grupo insurgente para integrarse a las negociaciones. Ese cambio de postura podría ser un cálculo político bien medido ante la posibilidad, bastante cercana, de que Santos termine su segundo mandato con un gol decisivo: el fin de la guerra.