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Nueva York. Mar/05/2016. Elizabeth Mora Mass. Cuando nos acercamos al segundo ‘Super martes’, que será este 15 de marzo, todo indica que los republicanos tendrán que escoger entre dos diablos y la muerte, a no ser que el FBI les haga el favorcito y acuse a Hillary Clinton de traición por los emails enviados desde su casa cuando era Secretaria de Estado. Una persona no puede ser candidata si tiene una demanda legal.

El dilema es muy grande para los jerarcas republicanos. Como no pueden llegar con un candidato como Donald Trump, ordenaron hacer todo lo posible para frenarlo y lo están logrando aunque no del todo, porque ahora el favorito es Ted Cruz, otro engendro de la ultraderecha y no Marco Rubio como ellos quieren.

Los republicanos siguen impulsando a Marco Rubio y al gobernador John Kasich, para que no se retiren y el 15 de marzo. Les urge que el primero gane los delegados de Florida y el segundo, los de Ohio. Si Trump gana estos dos Estados, se acabó la fiesta. Trump será el nominado.

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Lo que tiene locos de pánico a los republicanos es que las propuestas de Trump están poniendo a USA contra el resto del Mundo. En México, el presidente Enrique Penna Nieto dijo que Trump está afectando las relaciones bilaterales. En China están asustados y en Japón, furiosos.

La semana pasada, 60 republicanos antiguos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional, el FBI, la CIA, dijeron que las propuestas del magnate son “peligrosas”, mientras que ha surgido el movimiento “Nunca Trump”.

Lo más grave, tanto para los republicanos, como para el resto del Planeta —incluidos quienes estamos en desacuerdo con Trump y vivimos en este país— es que el magnate ha sido capaz de conectar su demagogia perversa, su estilo de bravucón de barriada y su discurso anti-inmigrante con las bases conservadoras de la nación.

Pero Cruz no se queda atrás. De hecho, asusta tanto a las directivas republicanas como el mismo Trump, por sus posiciones extremistas e intransigentes, en un país tan diverso como USA. Cruz quiere también edificar el muro en la frontera con México, acabar con el derecho al aborto y permitir que todo el mundo pueda comprar su ametralladora. Lo primero, “para tener seguridad en la frontera”. Lo segundo, “para defender la vida” y lo tercero, “para conservar viva la Segunda Enmienda”.

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El show de Trump. Es que aunque Trump es la controversia hecha candidato ha logrado conquistar a los evangélicos, a los blancos del sur y a cientos de miles de personas inconformes (casi 3.5 millones de votantes) usando los principios de la propaganda política de Goebles, aplicada por Hitler y Mussolini.

Su secreto es su promesa de “América volverá a ser grande”.(Si decimos Estados Unidos le quitamos el sentido a la frase). “Volver a ser grandes”, la inmortal frase de Mussolini, reverdecida por Berlusconi para ganar en Italia y por Le Pen para conquistar a Francia es ahora el himno de Trump, quien este sábado, en Orlando, Florida, hizo que sus seguidores pusieran la mano derecha en alto y juraran que ni siquiera un huracán hará que no voten por él.

Trump nació rico, no hizo su fortuna como alega. Se ha casado tres veces, dos veces con mujeres extranjeras. A pesar de tener como símbolo de su campaña la expulsión de los extranjeros indocumentados, en la edificación de sus rascacielos han trabajado centenares de ilegales, según alegan sus oponentes. Y se demoró tres días en denunciar su rechazo hacia el apoyo que le dio David Duke,el director del Ku Klus Klan.

Es que “ser grande” es el sueño de los campesinos blancos del sur, de los trabajadores rasos de toda la nación, de la gente de cuello blanco de la Unión Americana que no han visto crecer sus salarios en 30 años, cuyos hijos van a la universidad y tienen que regresar a vivir en casa porque es imposible vivir solos con los salarios que ganan. Todos están llenos de rabia y por eso votan por Trump.

Su éxito se basa no solo en “volver a ser grandes”, sino en haber encontrado a los culpables perfectos: los mexicanos, los musulmanes exiliados, la administración de Barack Obama, China, Wall Street y los banqueros inescrupulosos.

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Es por eso que Wall Street está tan asustado con el Donald, como muchos de nosotros lo estamos. Y no les falta la razón.

A voz en coro, los poderosos y los voceros de Wall Street repiten frente a las cámaras de TV que les asusta una candidatura de Donald Trump porque podría lanzar a Estados Unidos a guerra comercial con China—que podría generar una gran desestabilización económica global—así como obligar a China y a Japón a mantener alta sus tasas de cambio y desconocer a Nafta—el Tratado de Libre Comercio con Canadá y México—aumentar los impuestos a los ricos y declarar una guerra indiscriminada contra ISIS y otros grupos de extremistas islámicos que traerían mucho mas odio hacia el Tío Sam.

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Y ahí no paran las cosas. El parlamento del Reino Unido, el gran aliado de USA, lo ha declarado persona no grata. Los jefes de estado del Medio Oriente ya le piden explicaciones a la Casa Blanca acerca de la conducta de Trump. Trump quiere edificar un muro en la frontera con México, cerrar la entrada de musulmanes a USA y autorizar la tortura no solo contra los terroristas, sino sus familias.

Ha sido por eso que el partido republicano tuvo que ordenar la sanguinaria cacería de la semana pasada, encabezada por Mitt Romney, el candidato presidencial de 2012, quien lo llamó “embustero, estafador. Sus promesas no valen nada, así como un título de la Universidad Trump”.

Sin embargo, Trump sigue campante. En cada consejo comunal, denuncia en una forma mucho mas cruda que Bernie Sanders—el otro candidato demócrata que ha obligado a que Hillary Clinton gire hacia la izquierda—los altos salarios de los ejecutivos de las empresas y sus trucos para sacar las ganancias sin pagar impuestos—diciendo que lo va a arreglar.

“Voy a rechazar los tratados con China y con México porque vamos perdiendo millones. Esos no son tratados. Es regalarles dinero”.

Así que el 15 de marzo sabremos que pasará con los republicanos. Quién ganó en la ultraderecha y si habrá una convención abierta.