Nueva York. May/10/2017. Agencias. El ciclista Fernando Gaviria (Quick-Step Floors) se  impusó ayer miércoles en la quinta etapa del Giro de Italia, disputada entre Pedara y Messina sobre 159 kilómetros, en una jornada plácida en la que el pelotón anuló cualquier intento de fuga y en la que el colombiano se impuso al esprint, mientras que Bob Jungels (Quick – Step Floors) sigue líder.

Esta es la segunda etapa del Giro ganada por Gaviria, que lo convierte en el líder de la Regularidad (El que más etapas gana) y consolida a este antioqueño de 22 años en uno de los grandes sprinters del Mundo. Este es el triunfo número 23 ganado por los colombianos de forma individual en el Giro de Italia.

Gaviria logró su sexta victoria en el World Tour, la máxima categoría del ciclismo, y lo hizo sobrado, con solvencia, con esa seguridad y magia de los especialistas, un golpe de pedal que envidian los otros embaladores, porque tal y como lo dijimos en una nota previa del Giro, este hombre de 22 años, que participa en su primera carrera de tres semanas, es el más rápido del lote en la prueba italiana.

El compatriota de Gaviria, Nairo Quintana, es sexto en la clasificación general luego de la Sexta etapa disputada hoy jueves entre Reggio Calabria-Terme Luigiane, con un recorrido prácticamente plano de 217 kilómetros, donde no hubo mayores sorpresas en el pelotón y cuya etapa ganó Silvan Dillier. Nairo Quintero está a solo 10 segundos del líder del Giro, Bob Jungels. Apenas llevamos ocho días de competición y ya vienen lo bueno para los escarabajos, la montaña, donde seguramente Nairo dará la sorpresa.

Gaviria firmó un gran final de etapa con una victoria autoritaria en la que, pese a que los Bora fueron el tren cabecero dominante, supo aprovechar el trabajo de su compañero Ariel Richeze para arrancar y obtener su segundo triunfo en este Giro, tras el sumado en la tercera etapa que le dio la ‘maglia rosa’, la misma que ahora sigue vistiendo su compañero.

La sexta etapa se disputa hoy ya en la península, después de cinco jornadas entre Cerdeña y Sicilia, una jornada larga de 217 kilómetros que llevará al pelotón desde Reggio Calabria a Terme Luigiane.

La anécdota de la etapa la firmó el joven Luka Pibernik (Bahrain-Merida), pues el esloveno atacó en cabeza del pelotón en el penúltimo giro al circuito urbano de Messina y celebró un inexistente triunfo de etapa a su paso por meta, levantando los brazos al cielo y quedándose con la miel en los labios y hundido cuando el gran grupo le absorbió a toda velocidad.

Gaviria, doble campeón del mundo de la prueba del Ómnium

Por Lisandro Rengifo.

Las características de Gaviria solo se aprenden en el velódromo, en la pista, porque Gaviria es un ciclista que gana embalajes cortos, largos, que sabe en qué momento sostener la punta de velocidad, esa resistencia que solo la da el haber disputado los 4.000 metros”. Recordemos que Gaviria fue doble campeón del mundo de la prueba del Ómnium, una competencia en la que hay que ser muy regular, en la que hay que acumular puntos en pruebas exigentes de medio fondo, velocidad y tiempo.

Por eso, por su trabajo en la pista, Gaviria tiene la ‘facilidad’ de ganarles a sus rivales en los metros finales en la ruta, de saber cuál es el momento indicado para lanzarse, de medir la distancia desde su impulso a la raya de sentencia y la habilidad para hacer un movimiento extra de su bicicleta, buscar el ‘hueco’ por el cual meterse para, metros más adelante, levantar los brazos en señal de triunfo.

La labor del equipo es impecable; se nota que los entrenamientos han dado frutos. Gaviria, quien llegó al Quick-Step en el 2016, ya ha tenido tiempo para que lo conozcan sus compañeros, para entrenar en largas jornadas cómo levantar el embalaje, así como lo mandan las ‘reglas’ del ciclismo.


Tiene a un hombre clave en esos últimos kilómetros: el argentino Maximiliano Richeze, su último hombre, su lanzador, el que lo lleva a rueda, el que le abre el camino y el que le deja el balón rebotando en el área para que él entre, remate y maque el gol. Richeze y Gaviria se conocen bien, de memoria; los dos comparten habitación durante el Giro, porque un embalaje no solo es ir más rápido; también, una cuestión de confianza, de una buena relación profesional.

Gaviria es el hombre que remata la labor, el ciclista que ha puesto el sello a las claves de un buen embalaje: organización, confianza, improvisación, valentía y potencia.

Las llegadas del Giro son muy peligrosas, impredecibles, caóticas, y eso lo saben en el lote. A eso se debe que a un embalador como Gaviria solo le queda ignorar el peligro y rezar para que todo salga bien.

En Messina, a Gaviria no le dio miedo apretar el acelerador; llegó a su máxima potencia, 1.339 vatios, sin pensar ni en una caída ni, mucho menos, en la derrota; solo aplicó la norma que tienen los grandes velocistas: “Está prohibido frenar”.