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New York. Ene/03/2016. Cuando al inicio del presente siglo el país pasaba por uno de los momentos más difíciles, por la lucha contra las guerrillas, los Estados Unidos se convirtieron en el principal socio para modernizar las Fuerzas Militares y combatir de lleno al otro enemigo, el narcotráfico.

Esa sociedad se llamó Plan Colombia, un convenio de asistencia militar y ayuda económica que brindaría esa nación, con una particularidad, no fue aprobado por el entonces presidente estadounidense, Bill Clinton, si no que se gestó al interior del Congreso de ese país como una iniciativa bipartidista (con apoyo tanto de los demócratas, partido de Clinton, como de los republicanos, la oposición).

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Hoy, casi 16 años después de empezar ese programa, que lideró en Colombia el entonces presidente Andrés Pastrana, ha llegado prácticamente a su fin y está evolucionando a otra etapa. En esta, los Estados Unidos también quieren estar presentes, ahora para ser protagonista en el posconflicto. Según la declaración política, primero aportaron para acabar la guerra y ahora para la construcción de la paz.

No se llamará Plan Colombia II, ni será posible la comparación, porque ese programa se ideó para acompañar al país cuando estaba en guerra y ahora será un programa de reconstrucción para el posconflicto. Aún no tiene nombre, pero sí parece claro que volverá ser ratificado por demócratas y republicanos, sin importar, incluso, que este año los dos partidos estarán especialmente enfrentados, por las elecciones presidenciales.

Estabilizar la ayuda

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Si bien el Plan Colombia inicial fue concebido para ejecutarse entre 1999 y 2002 (con los gobiernos de Clinton y Pastrana), se fue renovando por los demás mandatarios en ambos países: George Bush y Barack Obama y Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. En dinero han sido un poco más de US$10.000 millones que han entregado los Estados Unidos, con montos que fueron en descenso, al punto que en los últimos se estabilizó en US$300 millones por cada periodo.

Ahora, con miras al post conflicto, la idea es que el aporte económico cada año no sea inferior a esa cifra que se tiene en la actualidad, los US$300 millones. También el gobierno estadounidense planteará a su congreso que la destinación de ese dinero tenga cuatro líneas de ejecución, en las que pesará más lo social que lo militar.

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Fortalecer la Usaid. La reorientación de la ayuda de Estados Unidos a Colombia tendrá cuatro líneas en especial. La primera será el fortalecimiento de la asistencia que da la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Usaid, entidad independiente que se encarga de ejecutar programas distintos a lo militar en los países en que tiene presencia.

Esta agencia fue creada en 1961 por el entonces presidente, John Kennedy, y fue clave para su estrategia de acompañar a países subdesarrollados, la mayoría del continente, con asistencia social y humanitaria.

En Colombia la Usaid viene apoyando actividades para la sustitución de cultivos; atención a poblaciones más vulnerables, como afrocolombianos e indígenas, programas de respeto por los derechos humanos y la justicia, como también estrategias para enfrentar las amenazas naturales generadas por el cambio climático y proteger los ecosistemas y la biodiversidad.

En la nueva etapa la Usaid haría presencia en alrededor de 40 municipios en los que ya está hoy, para atender especialmente planes de sustitución de cultivos y programas de justicia y gobernabilidad, en especial en donde la asistencia del Estado ha sido débil por causa de la guerra.

El desminado, gran objetivo

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En esta línea es en la que los Estados Unidos quieren contribuir de manera especial, incluso con el objetivo de que esa labor trascienda por su alcance. Aunque el objetivo final de Colombia es llegar a estar en algún momento libre de minas, el primer objetivo, con la ayuda estadounidense es un país libre del impacto de las minas. La diferencia no es menor: evitar cualquier nuevo afectado por una explosión no controlada de esos artefactos.

El trabajo con apoyo de EE.UU. está trazado, por ahora, hasta el 2021. Esta tarea, que es larga, compleja y demorada, requiere millonarios recursos que por el momento Colombia no tiene y que deberá cubrir con más ayuda internacional. Estados Unidos está haciendo frente con Noruega para la conformación de un fondo especial de recursos, al cual se unirán otras naciones.

Vías y lucha antinarcóticos

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Otra vertiente de la ayuda de los Estados Unidos en el post conflicto es la asistencia a la ingeniería militar de sus pares colombianos encargados de realizar obras civiles. Superado el conflicto armado, cuando ya no será necesario más equipamiento militar, parte de la ayuda se orientará también así, por cuanto las autoridades de EE.UU. dicen tener identificado que los pobladores de zonas que están saliendo de la violencia, lo que más reclaman ahora es la posibilidad de tener vías. Es por eso que esperan contribuir en la construcción de carretas secundarias y terciarías.

Más contra el narcotráfico

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Por supuesto, la lucha contra el narcotráfico no dejará de ser un interés en esa ayuda internacional. Se fortalecerá lo que se viene haciendo en asistencia para la erradicaciómarcha3n de cultivos ilícitos, de los cuales Estados Unidos tiene una medición particular. Preocupa a las autoridades de ese país que buena parte de los cargamentos de cocaína que salen para su territorio, salen por vía marítima, con sumergibles que no son siempre fáciles de interceptar.

La ayuda en el post conflicto también se dará en el campo de la justicia. Por un lado, en Colombia se espera seguir acompañando programas como las casas de justicia y labores conjuntas con la Fiscalía y las altas cortes, que adelantan, desde hace un poco más de año y medio, procesos contra capos de las llamadas bandas criminales.

Así las cosas, desde el gobierno de Barack Obama es claro el mensaje de que el Plan Colombia ya quedó atrás, pero que ya están apoyando al país en el posconflicto y que, de ahora en adelante, es por ese tema que quieren que los colombianos y el mundo los identifique, como socios en la construcción de la paz. Por Colprensa.

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