Nueva York. Mauricio Hernández. Los colombianos que residen en Nueva York, alrededor de 200,000, han ido perdiendo con el tiempo el entusiasmo de participar en el Desfile Colombiano de Nueva York, evento insignia en el Exterior y que se celebra desde hace 18 años en el sector latino de la Northern Boulevard, en Jackson Heights, el barrio de los colombianos.
“No vemos grupos folclóricos, no vemos a nuestros campeones mundiales de salsa, no vemos a las empresas colombianas, no vemos el entusiasmo y la asistencia masiva de los vecinos compatriotas a este evento”, era uno de los clamores más escuchados al paso de la caravana que este año apenas llegó a la hora y media de duración durante el recorrido de 13 bloques (manzanas largas).
Hace unos años el Desfile duraba más de dos horas, pero los grupos y las organizaciones se han ido retirando por la forma mercantilista con la que se ha realizado siempre, anteponiendo los intereses personales a los de la mayoría.
“El Desfile se está muriendo, esto ya no es lo mismo. Nosotros vamos al Festival de Connecticut, pero escuchamos que este año venían grupos folclóricos, pero solo vimos dos”, dijo el padre de familia González, que venía con su señora y sus dos hijas.
Los que acudieron disfrutaron del los Jeeps del Quindío, del Carnaval de Barranquilla de Nueva York, siempre entusiasta y fantástico; de conocer al caleño Johann García, que llega a la dirección de un sindicato en Nueva York por primera vez. Y los que disfrutaron del folclore, donde nuevamente sobresalieron las danzas de Bolivia, espectaculares, como siempre. Había casi más presencia folclórica destacada de bolivia y de El Salvador que de Colombia.
Muchas felicitaciones a todas las personas que participaron en esta XVIII Edición del Desfile, que a pesar de la casi completa ausencia de grupos folclóricos de Colombia, contagiaron su entusiasmo y sentido patrio a los asistentes apostados a lado y lado de esta avenida. Unas 4,000 personas, aproximadamente.
El fin de semana fue muy intenso. Los dos más importantes asociaciones de colombianos en Nueva York, el Centro Cultural Colombiano (CCC), que realiza el Desfile Colombiano, y el Centro Cívico Colombiano, con serias diferencias en el pasado, se encontraron el mismo día, a las mismas horas, en el mismo lugar, en un hotel de Corona (Queens) para celebrar su Gala Anual.
Dos eventos el mismo día (II)
El progresivo deterioro del Desfile Colombiano, observado por toda la comunidad, incluidas las grandes empresas que no dudaban participar, han dado paso para que empresas u organizaciones venidas de otros distritos de la ciudad se instalen de la noche a la mañana y convoquen masivamente a una colonia apática con su desfile, en el que no creen desde hace varios años.
Es así como Alexandra Aristizabal mudó su Festival Orgullo Colombiano, por este año (?), de Long Island a las inmediaciones del Salón de la Ciencia en Flushing, Queens. Aristizabal ha realizado buenos festivales y cuenta con una gran participación de empresas de Colombia y de Estados Unidos.
Muchas empresas colombianas y de este país de acogida se retiraron del Desfile para acudir al primer Festival de Queens realizado por colombianos en Flushing desde que los Parques de Nueva York le retiro el permiso al Centro Cívico Colombiano por no pagar las cuentas tras una continua mala gestión. Ante el éxito de la convocatoria, la pregunta es: Se quedarán en Queens? Mucha es la tentación, al ver agonizar el Desfile Colombiano, que fue hasta hace años el evento insignia de los colombianos en el Mundo.
Cuando Castelar se retiró del Comité Cívico Colombiano, que hacia la fiesta de Flushing (con casi medio millón de colombianos) creó en el año 2000 el Centro Cultural Colombiano, organización que manejaba el Desfile Colombiano de Nueva York, con un sentido personalista y en busca de beneficios económicos, por encima del orgullo nacional. Y lo peor, todo a través de eventos que comprometen la imagen de Colombia ante el Mundo y juega con el orgullo de los que vivimos en el extranjero y queremos mostrarle a nuestros hijos la herencia ancestral de nuestras costumbres y folclore.
Publicaremos esta semana la Parte (II) de este especial, siempre con la intención de buscar cambios positivos y hacer a un lado a personajes rocambulescos que manejan la imagen y el orgullo de los colombianos como si fuera una mercancía de remate.
Por el bien de Colombia, de nuestros empresarios, de nuestro folclore, de nuestra riqueza nacional, es urgente plantear un cambio radical en la metodología de realizar este magno evento que debería llenarnos de orgullo a todos los colombianos y no de rubor ajeno y vergüenza en un Desfile pobre y mercantil.