Federico Uribe

New York. Oct/01/2015. El bogotano Federico Uribe tiene su taller de 1.500 metros cuadrados cerca de la exclusiva zona del Desing District de Miami. Su martillo no para de sonar. Lleva siete horas ininterrumpidas trabajando en una de sus obras, una mujer de madera. En su torso esta clavando cientos de puntillas. Sus obras, dramáticas, provocadoras y geniales le han llevado a ser el centro de conversaciones de arte en exclusivos restaurantes de Londres, donde se preguntan, Cuál es el secreto de este artista colombiano? Su asesor asegura: “Disciplina, creatividad, perfección y belleza”. Ha expuesto en más de 25 museos de todo el mundo.

*El hasta ahora príncipe heredero, Salman Ibn Abdulaziz, de 81 años, se convirtió el nuevo Rey de Arabia Saudita tras la reciente muerte de su hermano Abdullah a los 90 años de edad, tras sufrir una neumonía que lo mantuvo ingresado desde principios de este mes.

Sus obras son reconocidas y su nombre destaca entre los nuevos artistas latinoamericanos al punto de que la prestigiosa casa de modas Hermès le realizó una exposición individual en el Hermès Fondation de París, que se quedó con dos de sus esculturas. El multimillonario Rey de Arabia Saudita* y el creador del National Endowment for The Arts tienen obras de Uribe que huyó de Colombia por el estigma en su contra por ser homosexual y por la violencia. En estos días regresa a Bogotá, a sus 52 años, con una exposición que promete todo un éxito, similar al que viene obteniendo en Europa y los Estados Unidos.

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Sus trabajos son únicos, como el leopardo hecho con vainas (casquillos) de balas de nueve milímetros o la pintura de un hombre con la mirada perdida hecha con cables de teléfonos de los años setenta. De esa transgresión sublime están construidas las obras de este bogotano, que vendió su primer cuadro pintado al óleo en dos pesos cuando tenía 9 años. Con los años, y la disciplina que lo caracteriza, vendió su primera escultura –un bosque de cactus hecho con tenedores– en U$ 3.000 dólares. Hoy sus obras alcanzan valores de entre 50.000 y los 100.000 dólares. La vida de Federico Uribe no ha sido fácil. Sus padres, Jorge Uribe y Lida Botero, se trasladaron a Bogotá cuando él era un niño. Pero no era un niño cualquiera, pues su pensamiento ya imaginaba ingeniosos cambios en la realidad. Cómo se verá esa mesa si las patas son de leopardo? o Cómo se verá esa pared si se hace de cristal? o Cómo será esta poltrona si tiene orejas de elefante? Y así se le iban las horas.

En el colegio Gimnasio Moderno de Bogotá era perseguido por los compañeros al coro de “Marica, marica, marica”. El bulling, y el ademán algo amanerado, lo ocultaba teniendo las manos en el bolsillo. Fueron 14 años ocultando su naturaleza gay. La falta de afecto le aisló, pero le enseñó mucho. Y la frase de su padre le marcó:“Prefiero un hijo muerto que marica”. Federico le agradece a su padre el haberle ofrecido la mejor educación, la que a la postre le daría el conocimiento, que de alguna manera significa también la  independencia, y por ende, la libertad. Era un época en que la condición de ser homosexual era un pecado y una vergüenza.

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Uribe no olvida el estigma que le inculcaron sus compañeros, a pesar de su éxito y su libertad sexual. Con los éxitos de  sus obras internacionalmente, la tecnología le acercó a sus “perseguidores” compañeros machistas del colegio. Decenas de años después, todos le pedían ser su amigo en facebook. Su respuesta fue demoledora: “Los 14 años en el Gimnasio Moderno me supieron a mierda y todo lo que me lo recuerde me sabe a mierda. Les deseo buena suerte”.

aparte de amarguras pasadas sin sanar, la condición económica de su familia le permitió viajar por Colombia y pasar largas temporadas en la finca observando los animales. Hoy los pinta y realiza esculturas casi de memoria, la memoria grata que le quedó de su infancia y que hoy le da tanta alegría.

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En 1984 entró a estudiar artes plásticas a la Universidad de los Andes. “Uno aprende solo lo que necesita aprender, eso me quedó de los Andes”. Pero el adolescente creció, y la mentalidad de su padre también, que veía el talento en su hijo. Y le apoyo a estudiar una maestría en State University of New York, donde estuvo bajo la batuta del reconocido docente Luis Camnitzer. Disciplinado y compulsivo, quería ser el mejor, se encerraba en el taller de la universidad a pintar hasta 16 horas diarias.

Su angustia, temores y sufrimientos se hicieron presente durante su estadía en el Instituto Nacional de Arte de Cuba gracias a una beca. Sus lienzos comenzaron a llenarse de personas que estaban físicamente dentro de armarios y closets. Hay cuadros de niños sentados detrás de la ropa, ocultos debajo de las camas, de los muebles. Era su infancia. Todos aquellos cuadros tristes se los compraron. Pero todavía le quedaba un sinsabor de creer que no era el pintor que quería ser. “El arte es como el piano: hay gente que aprende a tocar piano y lo hace bien, pero hay gente que nace tocando piano, le sale, le fluye y esos son los grandes”.

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En México se ganó otra beca de la Unesco. Entonces se desquitó con la iglesia pintando cuadros conceptuales que criticaban las posturas católicas. En Inglaterra siguió con la castración y los cuerpos. Vendía todo, pero seguía sin ser feliz. Hasta su regreso otra vez a México donde conoció el amor y la libertad de hacer lo que hoy por hoy lo tiene como uno de los escultores más reconocidos de arte contemporáneo en el mundo, valor que en Colombia no se le ha dado como debería de ser. El amor llegó a su vida: Phillip, un francés que tenía uno de los mejores cargos ejecutivos de la compañía de cartón más grande de Suramérica. Un día caminando un mercado del DF compró un gran lote de tenedores, que lo había imaginado (como lo hacia de niño) con forma de cactus. Y nació la obra El bosque de cactus, hecho con tenedores, que conserva el expresidente César Gaviria.

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Otra de sus obras la crea a partir de un lote de 12,000 chupos (Biberones) de bebé; era un globo terráqueo que expuso en la Feria de Guadalajara. Un reconocido galerista puertorriqueño se enamoró de esta propuesta tan original y perfecta. Su aprecio por la belleza de los cuerpos de las mujeres lo llevaron a una original apuesta, esculpir dorsos con cosas tan raras como utilizar más de 1.600 pennis (monedas) que había estado recogiendo durante varios meses. La obra fue llevada a Miami y de inmediato fue objeto de elogios y de ofertas. Sus idas a Miami comenzaron a ser más recurrentes, vendía todo y en la industria ya sabían quién era Federico Uribe. En una ocasión vendió cinco dorsos hechos con objetos que nadie imaginaba que podían darle forma a los senos y las caderas perfectas de una dama. Un dorso hecho de chupos, otro de ganchos para sostener ropa, Etc.

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La paz emotiva y económica de su pareja le dieron la paz y el tiempo para trabajar, trabajar y trabajar en las ideas del niño regañado y abstraído y genial. Entonces le dio vida a personas, juntando solo lápices de diferentes tamaños y colores. Todo niño es feliz con una hoja y un lápiz en sus manos. Luego juntó 1.000 vasos de vidrio para hacer la obra “Estamos Secos”, que semejaba un río vacío

Por antonomasia en todas sus obras siempre habrá clavos, agujas, tornillos u objetos corto punzantes. Entonces empieza su trabajo. Ver profundidades, vacíos, distancias, dimensiones, pegar. Esculpir. Le encanta también leer sobre Historia Universal. Uno de los más fancys y por el cual pagarían miles de artistas por estar ahí es el MASS MoCa. Un lugar de eruditos que queda en Massachusetts, en un pueblo en medio de la nada, pero que tiene una legitimidad tan grande que valoriza a los que de verdad merecen ser reconocidos. En Colombia se siente relegado, algo discriminado con los artistas locales.

Comienza ahora su gira por el Museo de Arte de Birmingham (Alabama) y el museo de Naciones Unidas en Nueva York. Luego viajará de nuevo a Europa. Se espera un gran impacto entre las personas que visiten su retrospectiva, como lo hizo el zorro hecho en cartuchos de guacharaca, persiguiendo a un conejo hecho con vainas (casquillos) de nueve milímetros. Federico es el artista que creo de la tragedia un nuevo mundo libre y bello: el mundo como él lo imaginaba. (Texto simplificado y modificado del artículo original de Pacho Escobar, publicado en Las Dos Orillas)

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Biografía. Federico Uribe nació en Bogotá, Colombia y vive y trabaja en Miami. Su obra se resiste a la clasificación. Arraigado en el arte de la escultura y la pintura, que entrelaza los objetos cotidianos en todos los posibles y sorprendentes maneras, pero aún con una referencia formal a la historia y la tradición del arte clásico. Uribe estudió arte en la Universidad de Los Andes en Bogotá y en 1988 se fue a Nueva York para estudiar postgrado de bellas artes bajo la supervisión de Luis Camnitzer. Fue el comienzo de un viaje que incluyó años de estudios y de trabajo en Cuba, México, Rusia, Inglaterra y finalmente Miami.

Inicialmente comenzó su formación como pintor con telas sensuales y melancólicos influenciados por sus reflejos oscuros en el sentido católico del dolor, la culpa y la sexualidad. En 1996, el abandono de sus pinceles y atraídos por la belleza generalmente descuidada de objetos simples en el uso diario, comenzó a observar con cuidado, recogerlos, dejarlos de lado a lado y combinarlos. Se convirtieron en instrumentos inusuales de una nueva estética, llenas de color, la ironía y vivaz alegría.

Uribe crea esculturas que no están esculpidos pero construidos y tejen, en formas curiosas e impredecibles, repetitivos y casi compulsivos. Siguen los cánones clásicos del arte figurativo y abstracto, pero el resultado es absolutamente caprichosa, sin embargo, contiene una enorme eficacia y la comunicabilidad. Cuando se observa desde cerca, sus obras revelan varios tipos de interpretaciones; nos invitan a tocarlas, para descubrir el detalle y la conexión entre un elemento y otro. Cuando se ve desde más lejos, ofrecen volúmenes, formas, texturas y colores. Distancia, la proximidad y la percepción son factores clave en la interconexión entre la obra de Uribe y sus espectadores.

obraUribe1El título de sus creaciones es muy importante para Uribe, porque revela sus profundas conexiones con la lengua y la literatura. “La mayor parte de mi trabajo se basa en las palabras”, dice Uribe, “A veces empiezo con un nombre y busco mis objetos, a veces el objeto me hace pensar en la palabra, y yo lo explotan para crear una obra.” Un feliz y asociación a veces desconcertante de materiales e ideas conduce su dicotomía de metamorfosis, guiados por los procedimientos conceptuales claramente definidos, y da como resultado irónico, provocación benevolente.

El espectador se queda con un recuerdo de Humor, la belleza y el amor son esencialmente lo que permanecen en la memoria del espectador de la obra de Uribe. Para un artista que viene de un país que ha estado en guerra durante casi medio siglo, este logro es una forma de reconciliación con la vida: “Tengo la esperanza”, dice Uribe, “que las personas que se relacionan con mis esculturas y viven con ellos, verán el amor que he puesto en ellos. Quiero que la gente siente que hago esto con mucha atención y el propósito de la belleza. Yo doy mi vida a mi trabajo y quiero que la gente lo vea “. (Con información de la website de Uribe (http://federicouribe.com)